Cada vez somos más los que pensamos que la forma de hacer política en Tacuarembó está agotada.
Históricamente a los políticos de la capital departamental, y de todos los partidos, solo les interesó San Gregorio para juntar esos votitos que tanto les hace falta para llegar al poder.
Les importa muy poco, si el candidato local, al cual aúpan, tiene la mínima capacidad para gestionar la alcaldía, y obviamente ni se cuestionan si ese político que levantan en brazos tiene un proyecto o un plan de gobierno.
El único objetivo es recolectar votos, y en un muy segundo plano queda el futuro de la comunidad.
Tan es así que los resultados están a la vista, una población rehén de políticos enfrascados en su chacrita, gobernando un departamento con los peores índices de desarrollo, ocupando el lugar 17 de 19 departamentos.
En cada campaña política queda al desnudo sus objetivos, el perfil más buscado es el mediocre voluntarioso, el fácil de manejar, el junta votos, el sin medios para crear una dependencia económica con sus líderes, etc….
Usted se preguntará, ¿cómo este personaje llega al electorado?
Muy fácil, llega a un electorado deprimido en una población donde el 80% gana 18 mil pesos o menos y con un alto grado de desocupación. Llegan regalando unas miserables chapas de zinc, algunas bolsas de portland o prometiendo trabajo.
¿Quiénes son los más interesados en que nada cambie? Los mismos que elegimos para salir de la situación.
La esperanza es que algún día la fruta caiga lejos del árbol, porque debajo del Ombú no crecerá nada .
“El primer acto de corrupción de un político es aceptar un cargo y cobrar un sueldo sin estar capacitado”.