El químico Bernardo Borkenztain explica qué es mito y qué es verdad sobre los riesgos de contagio del coronavirus y las prácticas adecuadas.
Como se está viralizando una gran cantidad de datos que pasan por información acerca de las precauciones que se deben tomar con respecto al contagio del coronavirus, parece necesario tener un momento para precisar qué es lo correcto en este caso.
Más allá de que la forma más eficaz de evitar el contagio es evitar el contacto con las personas infectadas (de ahí medidas como la cuarentena y suspensión de actividades públicas), hay otras medidas – en concreto higiénicas – que vale la pena practicar porque no cuestan nada de esfuerzo pero marcan la diferencia.
Lo primero es lo obvio: no dar mucha importancia NI REENVIAR informes que vengan de WhatsApp u otras redes que sean del estilo «el científico tal de la institución X» sea lo que sea. La información que se debe atender tiene que ser oficial o de un medio periodístico conocido.
O sea, si viene por las redes (y no lo avala un medio reconocido) y no tiene el logo de la OMS, MSP, alguna cátedra o similar debe ser descartada sin leer porque es improbable que sirva para nada. Esa sería una primera medida de higiene digital. Por nombrar algunas de las cosas que he recibido miles de veces: tomar líquidos calientes no baja el riesgo de contagio, y no hay riesgo de usar el ibuprofeno (más allá del que habitualmente tiene) pero circulan como información confiable ambos datos, y es solo la punta del iceberg.
En cuanto a la higiene material, tenemos que tener en cuenta ciertos conceptos que se dan por sobreentendidos pero que me he dado cuenta de que sería bueno aclararlos.
Lo primero es entender que los agentes microbianos (patógenos o no), al ser tan pequeños, dependen de la cantidad para poder actuar (la levadura es un caso; para panificar en invierno se usa más que en verano, por usar un ejemplo no patógeno). Por eso existe el concepto de «carga microbiana» para que, sin necesidad de un recuento concreto, se pueda tener una idea de como tratar un sistema específico, sea la piel de una persona, un piso o un artefacto.
Si la carga es cero, el ambiente es estéril (por ejemplo, un área de inmunodeprimidos sería ideal que se acercara lo más posible a esto, lo mismo que un área de fabricación de ciertos medicamentos) y se los llama «zona blanca» y si en cambio es muy sucio, se lo llama «zona negra» y en el caso más extremo tenemos las plantas de basura o las cámaras sépticas. Resulta fácil inferir el enorme matiz de grises entre uno y otro caso.
Lo ideal es que nuestro hogar sea lo más gris claro posible, en el entendido de que la esterilidad ni es económicamente sustentable, ni técnicamente posible. Aún más, ni siquiera es deseable.
Para eso es bueno manejar el concepto de carga microbiana y tratar de encarar cada acción que implementemos como una manera de bajarla.
Veamos un caso que siempre se usa y que es la limpieza del baño: al usar desinfectantes en el inodoro es claro que lo que hacemos es bajar la carga, pero el recinto entero debe ser atendido de la misma manera, aunque con diferente intensidad.
Un caso a tener en cuenta son los baños de uso público, en los que las toallas de tela deben ser erradicadas de una vez por todas. La carga microbiana que suelen tener, aún cuando las cambiaran seguido, es inaceptable aún fuera de tiempos de pandemia.
En estos casos, un ejemplo interesante es que, obviamente, lo más sucio (alta carga microbiana) que tenemos (en general) son los zapatos, por lo que conviene sacárselos y dejarlos fuera si es posible, o, de lo contrario usar un desinfectante en spray antes de entrar, de forma tal de bajar la cantidad de microorganismos que ingresan con nosotros. Idealmente, esto puede combinarse con un cambio de ropa al regresar de la calle, pero esto ya es una sutileza comparado con el cuidado de los zapatos.
Billetera no mata virus
Un detalle importante a tener en cuenta es que la carga microbiana está compuesta por la carga de todos los microorganismos, incluyendo todos los virus, pero se trata en bloque porque es una forma más racional de hacerlo. Si tuviéramos que empezar a separar cada tipo de microorganismo para atacarlo nos convertiríamos todos en microbiólogos.
El sentido común es raro pero opera. Si tenemos que estar en contacto con dinero que no sabemos dónde estuvo hay que usar gel antiséptico enseguida, porque es probable que tenga una carga microbiana importante y la probabilidad además de que traiga el inóculo del coronavirus es muy alta porque circula mucho, Por eso es más seguro usar la tarjeta de crédito o débito pasándola nosotros mismos por el post para que nadie tenga contacto con ella.
Con los celulares, lo mismo: si los prestamos, gel antiséptico en la superficie. Si no, conviene pasarle una o dos veces al día gel para bajar la carga. Si vamos a manejar un auto alquilado, si vamos a entrar a un lugar y el picaporte no nos merece demasiada confianza, o entrar a un bar o restaurante -ni que hablar de un baño público- tener a mano gel antiséptico para minimizar la carga microbiana en la mano y evitar contagiarse uno mismo al tocarse la cara.
De productos y prácticas
Esta es la idea general, con el uso de los productos y las prácticas adecuadas, la carga baja y estamos relativamente más protegidos (1), pero ¿qué y cuales son los productos y prácticas adecuados?.
En esta nota nos centraremos en los desinfectantes y antisépticos, pero la idea de evitar el contagio requiere de usar el sentido común: los paranoicos que juntan hectolitros de gel de manos y dejan a sus vecinos sin existencias, ignoran una verdad obvia: si los demás no pueden limpiarse, tienen más probabilidades de contagiarse, y si proliferan los contagios también corro más riesgo yo. El altruismo en este caso es la mejor forma de egoísmo, ya que si son demasiado estúpidos para preocuparse por los demás, estos individuos deberían al menos preocuparse por sí mismos y evitar la carestía de los productos esenciales. Esa es la línea general de las prácticas adecuadas: el contagio debe ser evitado a nivel poblacional, no solo dentro de mi casa.
Según la OMS, la primera medida es lavarse las manos o usar alcohol en gel para bajar la carga microbiana, y es importante saber que lo primero (si se hace por mínimo 20 – 40 segundos según la fuente y con buena frotación) es más eficaz. Así, con las manos con baja cantidad de microorganismos es menos probable, por ejemplo, al tocarse la cara llevar hacia las mucosas inóculos de gérmenes patógenos (2).
Lo primero a tener en cuenta es la denominación, ya que un antiséptico es un tipo de desinfectante. Cuando se usa para superficies se llama sanitizante, pero en algunos casos se usa antiséptico como sinónimo de sanitizante. Hay que leer los rótulos, y ver si es eficaz contra los virus o solamente bactericida. No se debe suponer que todos tienen igual eficacia, depende mucho del principio activo y de la formulación.
Un antiséptico es un tipo de desinfectante que, al aplicar sobre la piel o tejidos expuestos, destruye o inhibe el crecimiento de microorganismos, sin causar efectos lesivos. Algunos son para uso en sobre piel intacta o membranas mucosas, quemaduras y heridas abiertas. Hay que estar atento a los rotulados y usar solamente los que tengan registro ante el M.S.P.
Los jabones y detergentes tienen la propiedad, por tener un extremo afín al agua (hidrofílico) y otro a la grasa (lipofílico) de ser compatibles con la solubilización en ambas y por eso pueden propiciar que se mezclen formando una emulsión (pequeñas burbujas de aceite o grasa dispersas en el agua generalmente). Como los microorganismos en general tienen cubiertas formadas por un tipo de grasa especial llamada fosfolípidos intercalados de proteínas, los jabones producen la lisis (muerte) celular de éstos disolviendo esas grasas y rompiendo la membrana. Los virus tienen una membrana ligeramente diferente en su composición, pero al tener grasas, el mecanismo lítico es el mismo.
El gel antiséptico basado en alcohol, en cambio, funciona desnaturalizando (destruyendo la función) de las proteínas, pero debe tenerse en cuenta que la concentración ideal es 70 grados alcohólicos, porque por encima ataca las proteínas de la piel y puede formar cápsulas debajo que formen reservorios de microorganismos, y por debajo de eso no es efectivo totalmente. Asimismo, el alcohol isopropílico es más eficaz que el etílico. Si las manos están muy sucias, la eficacia del alcohol en gel puede ser nula (3).
Lo ideal es que se trate de un gel que incorpore algún otro principio activo como triclosán, clorhexidina, ortofenilfenol, cloruro de benzalconio, etc. para asegurar dos mecanismos en sinergia.
Usados de forma razonable, logramos bajar la carga microbiana, pero sin afectar lo que se llama el microbiota normal, que son los microorganismos que conviven habitualmente con nosotros sin ser patógenos y que son una primera línea de defensa. Por eso, es importante saber que NO DEBEN USARSE DE FORMA DOMÉSTICA LAS ESPECIALIDADES INSTITUCIONALES.
Otro dato: por alguna razón circulan el vinagre y el bicarbonato de sodio como «desinfectantes caseros» en el entendido de que usarlos sería más saludable o inocuo. De hecho, sirven para limpiar ciertas cosas pero como desinfectantes no sirven para nada.
Hay un tercer mecanismo dentro de los habituales que es la oxidación, y es el que presentan el hipoclorito de sodio, agua oxigenada (peróxido de hidrógeno) y el yodo.
Por lo anterior hay que tener en cuenta que no se pueden mezclar los diferentes productos de cualquier manera, y, de hecho, lo ideal es evitar las mezclas.
Si se mezcla hipoclorito de sodio con vinagre se produce cloro gas, que es irritante. Lo mismo ocurre al mezclar hipoclorito de sodio con un limpiador de amoníaco, porque reacciona y libera gases irritantes también.
Idealmente debemos comprar lo que siempre tenemos con el agregado de que el gel de manos no siempre suele estar en las casas, y ahora conviene tenerlo en todos los baños y la cocina. Lo mismo con los desinfectantes en aerosol (que sean virucidas) para dejarlo en la entrada de las casas, por ejemplo.
En general, si tenemos en cuenta el concepto de carga microbiana, todo lo que contribuya a bajarla será adecuado. No soy muy creyente en el sentido común, pero más vale que empecemos a desarrollarlo.
(1) En esta nota no vamos a considerar las otras acciones como la cuarentena, mantener la distancia, ambientes ventilados, etc. Nos restringiremos a los desinfectantes y su uso.
(2) Porque no vayamos a creernos que la epidemia de coronavirus nos hizo inmunes a las otras enfermedades…
(3) Para algunas formas resistentes llamadas esporas como los clostiridioides o los norovirus, solo sirve el lavado de manos porque el alcohol es ineficaz.
Fuente: Montevideo portal