En la carrera por encontrar herramientas que frenen la propagación del nuevo coronavirus, se desarrollan por todo el mundo diversos ensayos clínicos a partir de estudios previos, muchas veces para otras enfermedades.
Tal es el caso de la conocida vacuna BCG (bacilo Calmette-Guerin), vacuna que se administra en muchos paises contra la tuberculosis pero con los años se ha propuesto que tendría un efecto paralelo en otras patologías. Estudios apuntan a que esta vacuna podría implementarse en la lucha contra el COVID-19. ¿Cómo?
En entrevista con La diaria, Alejandro Chabalgoity, director del Departamento de Desarrollo Biotecnológico del Instituto de Higiene de la Facultad de Medicina de la Udelar, contó cómo se enteró de un ensayo clínico con esta vacuna a partir de un artículo que publicó un colega, Mihai Netea, en la revista Science.
«Esto comenzó el 23 de marzo cuando leí un artículo en la revista Science, donde Mihai Netea anunciaba el inicio de ensayos clínicos en los Países Bajos con la vacuna de BCG a personal de la salud para evaluar si puede brindarles protección frente al coronavirus, a partir de los efectos heterólogos de la vacuna», detalló el doctor a Montevideo Portal.
¿A qué se refiere con efectos «heterólogos»? Si bien la vacuna conocida como BCG ha sido implementada para erradicar la tuberculosis, se ha observado su efecto «no específico» o secundario en el aumento de la reducción de mortalidad infantil, en estudios en varios países. Y estos efectos se han hecho patentes, principalmente, en el descenso de muertes por afecciones respiratorias.
«Netea, con cuyo grupo mantenemos una colaboracion activa desde hace poco mas de un año, casualmente iba a venir a Uruguay con su equipo el 19 de abril, pero con la cancelación de vuelos quedó postergado. Pero al leer la entrevista, decidí llamarlo y proponerle hacer el ensayo clínico también acá en Uruguay. La idea lo entusiasmo y me comento que también solicitaron sumarse Australia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos», detalló Chabalgoity.
Tras recibir los protocolos para realizar el ensayo en nuestro país, Chabalgoity se puso en contacto con Mauricio Cuello, oncologo, Sofía Grille, hematologa y Viviana Dominguez, Farmacologa, todos integrantes de la unidad para la investigación clinica del Hospital de Clinicas, para generar un equipo de trabajo con el que adaptar el estudio a la realidad de Uruguay, equipo al que luego se sumo Victoria Frantchez, infectologa, para presentarlo ante el comités de ética del Hospital de Clínicas para su aprobación. Al mismo tiempo el protocolo se presentó tambien ante el correspondiente comité de Etica del Hospital Pasteur.
¿En qué consiste el ensayo? «Daríamos la vacuna a 1000 trabajadores de la salud, lo que incluye a médicos, enfermeros, personal de apoyo y reclutaríamos otros 1000 que no recibiran la vacuna y funcionarán como poblacion control. Como en todo ensayo hay que seguir ciertos resguardos y por tanto existen criterios de inclusión y exclusion para la selección de los voluntarios. Luego de la vacunacion se mantendrá ambas poblaciones monitoreadas para analizar la evolución de la infecciones por Covid en ambos grupos. Además, los datos recogidos de nuestro ensayos se van a centralizar con el de los demas ensayos, de manera de poder hacer una evaluación general entre los datos recogidos por todos los países que participen del ensayo», explicó el investigador.
Chabalgoity hizo especial énfasis en la diferencia entre este ensayo y lo que se esta sugiriendo en algunas publicaciones, e investigaciones preliminares, donde se plantea que las diferencias que se está observando en el impacto que el COVID-19 tiene entre algunos países, podrían explicarse parcialmente por las diferentes políticas con respecto a la vacunación infantil con BCG. Uruguay, por ejemplo, tiene una política de vacunación desde el nacimiento; Ecuador, sin embargo, no. ¿Quiere decir esto que los ciudadanos uruguayos están mas protegidos frente al virus por tener la vacuna desde temprana edad? Este ensayo no pretende investigar ni dará respuesta a esa pregunta.
Basándose en los estudios pioneros de Netea que describen lo que él llama «inmunidad entrenada», y que entre otras han demostrado que la BCG induce este tipo de inmunidad, se buscará investigar, a partir de fundamentación científica sólida, la hipótesis de que la inmunidad entrenada inducida por BCG genera una memoria de la inmunidad innata en los recipientes de la vacuna, que les permita responder de una forma más rápida y eficiente al nuevo coronavirus. «La inmunidad entrenada es un efecto de inducción de memoria que no es de por vida, sino que los estudios iniciales sugieren que funciona durante un período de unos 2 años. Por eso es que este fenómeno no se relacionaría en principio con las observaciones de la relevancia de la BCG dada al nacimiento».
El equipo está a la espera de la respuesta de los comités de ética del Hospital de Clínicas y el Pasteur. Si lo aprueban, el Ministerio de Salud Pública hará la inspección sanitaria, lo pasaría para evaluación del Comité Nacional de Etica y una vez completado todo este proceso se comenzaría a reclutar voluntarios.
Fuente: Montevideo Portal