Editorial de Alfredo Gacía, redactor responsable de Semanario Voces.
Se viene un mes bravo, vamos a terminar con la pavada. Lacalle Pou no es el oligarca hueco carente de ideas o propuestas. Talvi no es el “Chicago boy” que viene a imponer el neoliberalismo. Manini Ríos no es la reencarnación oriental de Hitler siglo XXI. No hay un millón de uruguayos fascistas que quieren autoritarismo. La demonización del otro como argumento electoral no funciona. Catalogar al pueblo de cornudo por no ver los logros, tampoco.
Si gobernamos quince años y perdemos apoyo, algo anda mal ¿no? Si alguien cree que se recuperan votos dando manija, generando miedo o difundiendo mentiras, está metiendo la pata hasta el cuadril. Los ciudadanos no son ovejas, y podrán equivocarse, pero no son zombies manipulables por los dirigentes de los partidos políticos.
El resultado del domingo tiene mucho de voto castigo al Frente. Por diferentes motivos y múltiples razones arrancaron pa´ otro lado. Pecamos de soberbia, carecimos de autocrítica, quebramos la barrera ética y no solucionamos temas importantes para la gente. La cuestión hoy pasa por recuperar la credibilidad perdida.
¿Para que queremos un cuarto gobierno? ¿Para hacer lo mismo? ¡Basta de agitar la crisis del 2002 y hablar de todo lo que hicimos! Los derechos se incorporan y se naturalizan, es bueno que así sea. El pueblo quiere saber que proponemos para los próximos 5 años.
Hay dos modelos de país en pugna y no se trata de maniqueísmos No se elige entre la Venezuela de Maduro o el Brasil de Bolsonaro. Respetemos un poco la inteligencia ciudadana, por favor.
No hay un 60% de uruguayos que pertenecen a la oligarquía. Ni los líderes de la actual oposición son lobos disfrazados de ovejas. Piensan que el país y su gente crecen con su proyecto ideológico. Priorizan determinados valores y hacen hincapié en la gestión. Reivindican al individuo como primer y último fin de su política. No son malos uruguayos, ni vende patrias, piensan distinto.
De nuestro lado, apostamos a la solidaridad social y que el avance del país incluye a todos, sin que ningún compatriota quede afuera. Rescatamos aquella vieja consigna: “Que cada uno aporte según su capacidad y que cada uno reciba según su necesidad”.
Por eso, a pesar de todos los errores y metidas de pata cometidas, apostamos al proyecto colectivo que empezamos hace tantos años.