Guillermo Crampet
La inseguridad es un asunto de alta preocupación en toda la sociedad uruguaya, pero en el último lustro ha pasado a ser foco de atención en las pequeñas ciudades y pueblos del interior.
Paso de los Toros no escapa de la realidad y preocupa. Tiempo atrás, después de una ola importante de robos, los isabelinos se movilizaron en las calles, la primera vez, por inseguridad, desde que tengo uso de razón.
El miedo aprieta y obliga a los vecinos a tomar medidas, y más en una población avejentada que genera más vulnerabilidad. Rejas en las casas y los comercios, porque siempre intentan entrar por una ventana, tantear una puerta o saltar un techo para rastrillar algo rápido de algún fondito o algún producto a mano, como cajas de cigarrillos.
Pero se empezó a complicar. El último fin de semana apareció un arma de fuego y hubo disparo, todo por 5000 pesos. ¿Tan poco vale una vida? No fue la primera vez que un delincuente asaltó con una pistola, más allá que no es común, cada vez es más corriente.
La ciudad se está preparando para algo grande, la llegada de un gran emprendimiento económico (se puede estar de acuerdo con el proceso de inversión o no), lo que implica un aumento de la masa social y, posiblemente, un incremento de la inseguridad.
Se están tomando medidas, como la instalación de cámaras de vigilancia o una nueva comisaría para un mayor control, pero es claro que esas medidas tienen que ser claves para eliminar de lleno el riesgo de un isabelino y cargar de seguridad a cada uno de los ciudadanos.
En Paso de los Toros se siente el miedo y esto parece que recién empieza.