La profesora Sandra Chelentano pertenece a la Comisión de Educación en Patrimonio de la ANEP, y entre sus funciones está rescatar y transmitir a los alumnos de la UTU en todo el país, los aspectos históricos y patrimoniales tangibles y no tangibles, naturales o creados por el hombre, que están presentes en todo el territorio nacional. Reside en Colonia pero viaja todos los días a Montevideo y cada cierto tiempo a los demás departamentos, para inculcar la curiosidad de escudriñar en hechos del pasado o en elementos que forman parte de las memorias colectivas.
Viene a Paso de los Toros con cierta frecuencia, y en su última visita dos cosas marcaron su estadía; la primera fue una reflexión profunda que se planteó en las aulas de la UTU sobre qué es ser isabelino, escuchando cada respuesta de los estudiantes y como vinculan el significado abstracto de un concepto con sus raíces, con su entorno, su familia y su gente, construyendo su propio significado.
La otra fue la visita al sitio donde actualmente se levanta el «Monumento Ferroviario», una obra escultórica del artista isabelino Fernando «Pepe» Stevenazzi, en el comienzo del Paseo del Ferrocarril y que hace homenaje a las personas y familias que estuvieron involucradas en la actividad de este medio de transporte que funcionó en nuestra ciudad buena parte del siglo XX.
«Podríamos decir que estamos en presencia del nacimiento de un patrimonio y creo que la gente lo va a apreciar mucho, sobre todo las nuevas generaciones que junto a sus hijos y nietos podrán decirles que estuvieron presentes cuando se erigió. Estos procesos de patrimonización en el pasado se hacían desde las autoridades o gobernantes y las élites hacia el pueblo, ahora es al contrario porque esa perspectiva ha cambiado y ya la gente asume el derecho de decir si algo le gusta o no, incluso, si no le gustara ya los medios de prensa se harían eco de ese malestar, y aquí la gente pasa y ve con agrado la construcción», explica la profesora.
Indicó que además, este monumento, al utilizar elementos del ferrocarril como los rieles o durmientes, recupera y resignifica aspectos históricos sobre la repercusión que tenía el tren en el interior del país, y que Paso de los Toros no escapa de ello, «también tiene que ver con la memoria personal y colectiva, porque el padre del autor fue ferrocarrilero y mucha gente acá tiene vinculación familiar con eso».
Chelentano afirma que en el futuro este nuevo monumento podría convertirse en un ícono más de la ciudad, tal como es el Toro de la entrada, «cuando la gente piense en Paso de los Toros probablemente evoque esta obra» y adelantó que desde la Escuela Técnica está la intención de acompañar, documentar y monitorear el desarrollo de la obra, «consideramos que es importante lo que está ocurriendo y la educación debe involucrarse en este contexto para que los chicos valoren lo que hay en la población, poner en valor lo isabelino, haciendo que se fortalezcan las identidades», acotó.
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