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Una isabelina es la primera uruguaya en saltar con paracaídas desde un globo aerostático a 6.300 pies de altura

Sábado 13 de enero, muy temprano en la mañana Rafael Maidana y Lucy Rodríguez, él nacido en la capital y ella en Paso de los Toros, metieron sus cosas en el auto y se embarcaron junto a su hija Camila de 7 años, rumbo a Praia Grande, cerca de la ciudad de Torres, en el estado de Río Grande do Sul; 1.018 kilómetros de carretera, pero no para ir a las playas de esta urbe brasileña, sino para saltar en paracaídas desde globos aerostáticos a una altura de 6.300 pies. Y es que este lugar en la sierra gaúcha es famosa por albergar un festival anual de globismo o balonismo en mayo.

Pero no hubo necesidad de esperar hasta mayo; gracias a los contactos con otros paracaidistas, se informaron que en enero también hacen vuelos turísticos y que se podía saltar. Es así como esta familia mitad isabelina y mitad montevideana viajaron a cumplir un sueño que se truncó en diciembre, porque se suponía que en un evento en la ciudad de Durazno iban a realizar los saltos, pero todos sabemos lo que pasó. Entonces la espinita quedó allí y había que sacarla en Torres, y así fue.

Llegaron de noche y de una vez coordinaron todo para el día siguiente. Rafael saltó en la mañana, poco antes del amanecer, mientras que Lucy lo hizo en la tardecita, convirtiéndola a ella en la primera mujer paracaidista uruguaya en lograr esta hazaña.

Según su explicación, saltar de un globo es una experiencia distinta a hacerlo desde un avión Cessna, «ya que no hay viento relativo, que es el que genera el avión en movimiento y que te empuja, pero a la vez sostiene; en este caso fue salir de un globo que se eleva verticalmente y el cuerpo cae libre sin fuerzas que se le apliquen más que la de gravedad, llegando a los 200 km/h los primeros diez segundos de haber saltado».

Ambos cuentan con equipos necesarios que facilitan el proceso, como por ejemplo altímetros audibles para el casco y digitales para los brazos, que les indica el momento en que deben abrir los paracaídas a unos 1.200 metros del suelo, aproximadamente. Es por ello que definen este tipo de saltos como «base», que es igual a los que se practican desde puentes, edificios, torres o montañas.

En el globo no viajaban solos, a esa hora otros turistas compartían la experiencia y el nerviosismo de que alguien en algún momento va a saltar, «la sensación primero es de absoluta paz, no hay ruido, salvo la gente que viajaba con nosotros, algunas un poco nerviosas otras disfrutando y observando atentamente cada movimiento que hacíamos», relatan. Una vez libres en el aire, «es muy difícil explicar esa sensación, pero ambos coincidimos que es como flotar en la nada, teniendo completo control del cuerpo, es una libertad sensorial y física, no hay palabras para definirlo; fue una locura pero lo hicimos con gusto».

Te compartimos los videos de sus saltos y algunas fotos: