Un hombre invadió la pista cuando se estaba corriendo una carrera de caballos, se paró delante del malón y estuvo al borde de provocar una tragedia. Por milagro, y la pericia de algunos de los jockeys participantes, nadie salió lastimado, pero la policía neozelandesa de inmediato arrestó al intruso, como sucede en todos los espectáculos deportivos en el mundo por este tipo de situaciones.
«Dios es burrero», exclamó un joven paralizado por lo que estaba viendo desde la tribuna del hipódromo de Trentham, aferrado más que nunca con su mano derecha a la revista especializada y con la vista clavada en la pista principal, inusualmente por detrás de los animales. Los gritos tradicionales de aliento dieron paso de inmediato a alaridos y súplicas por lo que podía haber sido una masacre.
Incredible vision at Trentham. Jockeys should be congratulated for the feat on not cleaning up the person standing on the track ! pic.twitter.com/cSHs4s1Fmd
— Andrew Bensley (@AndrewBensley) January 30, 2021
«Tuvo suerte de que no lo atropellara nadie», dijo la jockey Danielle Johnson. «La mayoría de nosotros no lo vimos hasta tenerlo encima», agregó. De hecho, fue en un abrir y cerrar de ojos cuando esa persona, posiblemente alterado en sus facultades mentales, corrió hacia la mitad de la pista, cuando el grupo de 18 caballos se aproximara a la meta.
Horrific scenes eat Trentham, this guy does not realise how much danger he is putting everyone in. pic.twitter.com/rOdMJqmA4p
— Emily Bosson (@Em_April) January 30, 2021
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El final fue con varios de los jinetes apelando a sus reflejos para eludirlo y otros, sorprendidos con la repentina aparición. El desenlace de la carrera quedó en segundo plano, mientras el personal de seguridad salía a buscar a ese hombre que, luego de que milagrosamente ninguno lo atropellara y no sucediera una caída múltiple, abrió sus brazos y volvió a la zona donde permanecía el público.
La definición fue por una cabeza, pero los que se agarraban esa parte del cuerpo mirando la pista ya no estaban al tanto de lo que ocurría con los punteros, sino con la increíble situación generada por quien irrumpió en la tranquilidad de la jornada a unos 150 metros para la meta, con los animales lanzados a más de 60 km/h.
Fuente: La Nacion