Es una tradición. Colocar sillas para apartar un espacio en el predio de la Expo es una costumbre de los isabelinos cada año, en los días previos al comienzo de este gran evento. Hoy lunes, dos solitarias sillas blancas de plástico aparecieron en el medio de la pista bajo el inaguantable sol, hermanadas con un alambre para que nadie se las lleve; otra más tipo playera, la acompaña a lo lejos pero bajo la sombra de un gran árbol.
Al costado del escenario, donde están los palcos especiales, también amanecieron hoy bancos y sillas con el mismo propósito, ocupando el lugar que el año pasado tenía un viejo sofá que seguramente pasó a retiro cuando terminó la edición 2024, ¿se acuerdan?.
Y allí se quedarán todos estos días, soportando calores extremos y algo de brisa por la noche, haciendo las horas para que llegue el jueves y esperando que otras congéneres les hagan compañía para no estar más solas mientras ven a gente yendo de aquí para allá, armando, limpiando, pintando, poniendo todo en hoja para que propios y visitantes disfruten del máximo evento de la ciudad.